Apestoso tío Muffin
Autor: Pedro Mañas
Ilustraciones: Víctor Rivas
XV Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil, 2018
Muffin es un
tipo solitario, que sigue viviendo en la
casa de su difunta abuela, con la que se crío después de morir su madre a los
siete años, de su padre no dice nada o murió antes, o se piró a comprar tabaco,
o directamente fue un donante. El sobre proteccionismo de la anciana y su obsesión por la limpieza,
hacen que Muffin crezca incapaz de hacer
frente a sus miedos; desarrollando una rareza que consiste en atraer la porquería como un
imán al hierro. Realmente si lo piensas
la rareza desarrollada no es tanta, más de una película de terror tiene
una base parecida. El caso es que el pobre Muffin en vez de dedicarse a matar a
diestro y siniestro, como sería lo normal después de semejante infancia, va por
el mundo espantando al personal, no con cuchillos, hachas o motosierras, no!
Los espanta con un hedor a pescado
putrefacto insoportable.
Esto del
pescado no me ha quedado del todo claro, porque vamos a ver, si yo atraigo la
porquería, léase; pelusas, telarañas, cucarachas, ratas…no huelo a pescado, esa
porquería no huele, olería a alcantarilla o incluso a la mierda de los gatos
que persiguen a Muffin pero no a pescado,
a menos claro está que viva cerca de una pescadería, en ese caso me
callo.
Bien, pasando
por alto ese pequeño detalle, el resto de la historia se desarrolla con toda
normalidad, un personaje pequeño y entrañable cambia la vida de Muffin en un
visto y no visto, luego llega el amor, él se enfrenta a sus miedos, los malos
pierden y los buenos ganan….perdón , perdón se me olvidaba otro detalle que me
ha dejado marcado, las vecinas ancianas Fidenburguer, mezcla de fideos y
hamburguesas, que ¿por qué? por el nombre y por la siguiente descripción y cito
literalmente: “Cada noche, las atléticas y bronceadas ancianas desplegaban sus
sillas de plástico entre los enanitos del jardín y se despatarraban a tomar la luz de la luna, porque la del sol les
arrugaba la piel “ ..madre mía, si la infancia del personaje daba para muchas
películas de terror, sus vecinas dan para dejar pequeña la famosa Mansión de
los Ángeles y si por un casual, con mucho esfuerzo de concentración, te quitas
esa imagen de la cabeza llega el ilustrador 100 páginas adelante y te vuelve a
remover los recuerdos, y eso que las dibuja vestidas, aunque yo creo que es
este caso, con esos pantalones piratas súper ajustados y esos jerseys marcando
delantera, es casi peor..
En fin, el
libro es entretenido, con un poco de humor, algo de sentimentalismo, su
moraleja, pero le falta algo y no sabría
decir qué, bueno sí, la pescadería.
Reseña realizada por Rodrigo García Suardíaz
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